martes, 27 de octubre de 2009

Mi génesis

Gracias por todas las maldades,
por ese desprecio tan grande,
que hizo de mí un oráculo de la espera,
una semilla rebelde,
ese episodio sombrío
que nos unió en un instante,
tus contracciones, mi cuerpo pequeño saliendo;
los dioses y las musas lo sabían,
yo lo aprendí más tarde,
eras muy poco hembra para ser madre.
Eras una muchacha pobre de la Colonia
esquilmada por la tiranía,
debería sentir pena por tu sino,
pero hasta la piedad me mataste,
no contabas con esta suerte
que tengo,
con los ángeles que sostendrían mis días,
mis mañanas,
todos esos papeles mal escritos,
los sonetos que quise y no salieron.
Tu odio me persiguió siempre,
hurtó de mis manos el presente y el futuro
y siempre me pregunté por qué
tanta saña con tu cachorro.
Olvidaste mi cara blanca,
mis ojos grandes,
mi piel suave,
mi boca buscando el néctar de la vida
en uno de tus senos;
olvidaste salvarme,
quererme,
hiciste todo cuanto pudiste
para flagelarme,
y sabes qué,
me hicieron mejor que tú,
vencí el odio y el desprecio,
te he dejado al final de mundo,
perdida entre las criaturas
huéfana
de mi generosidad y ternura.

sábado, 24 de octubre de 2009

De todos

De todos, el más arrogante,
su paso lleva enredado
al mismo aire que lo envuelve,
sus piernas son altares
de ídolos y dioses promiscuos,
de deseos que se esgrimen entre cuatro paredes,
su pecho se infla,
se ensancha con cada bocanada de oxígeno que inhala,
es el amo de la noche.
Sus ojos devoran a cada ser que lo mira,
los engulle como un pulpo voraz,
llevándose a sus víctimas a su boca dentada,
parece el mejor de los amantes,
hasta anida, adentro, la sutileza de un artista,
un niño tierno que se les escapa
en una sonrisa de dientes blancos.
Ahora baila solo,
sobre su cuerpo rutilan las luces
como sierpes silvestres en una orgia,
me seduce aunque no baila para mí,
el amante de sus sueños está en otra ciudad,
durmiendo, abrazado a otro hombre
no tan lindo como él,
pero que le pintó un mundo más real, casi perfecto,
como un río gregario
horadando la roca
en miles de besos de agua,
besos que el más hermoso del baila habrá de ver
hechos olas rompiendo en la costa sucia,
buscando en la mansedumbre del río
la silueta de aquel amor
que tuvo y perdió.

miércoles, 21 de octubre de 2009

Hambriento

El hambre es un vacío que duele,
dos ojos negros que buscan libertad
-y pensar que todo empezó acá,
aquella aventura, esta crueldad-
mi amigo esta recostado
en el tronco de un árbol
su humanidad se reduce a piel y huesos,
a una ternura de cinco años
que apenas sabe lo que es jugar.
Está muriéndose dolorosamente,
mientras las modelos juegan a ser cadáveres
andantes en las pasarelas,
mientras los prohombres deciden
quienes ganan, quienes pierden,
en el momento exacto en que la tele
reproduce por enésima vez el video
de alguna nueva princesa del pop
haciendo mímica en inglés o español.
La muerte aparece como un bálsamo,
pisa con la suavidad de un hada,
en su cabello se enreda la piedad
mientras al cielo suben los ruegos de los beatos
siempre buscando nuevos odios para su deseo
fervoroso de ir por la eternidad.
La mano de ella es suave,
húmeda de rocío o de llanto de madre,
su abrazo sabe a manjares,
todos los sabores que mi amigo
no puede describir, ni siquiera imaginar.
Su último respiro no será noticia
en los diarios de mañana,
ni en los noticieros de la noche,
tampoco en las plegarias de obispos, pastores,
imanes y rabinos.
Sólo aparece en este poema,
en estas letras que no sirven de consuelo.
Termino de escribir, queda el humo del cigarro
y una onda sensación de duelo.

sábado, 17 de octubre de 2009

Amo

Amo la luz que juega con tus formas
y te muestra el mundo tal como es,
así un reducto donde juega el sacro sentimiento
que lanzamos al aire
y absorto nos deja sumidos
en este edén que inventamos,
que empaña los cristales,
que revolotea sobre los techos de la ciudad
que amamos, que los dos vemos
con henchidos ojos de amor…
Amo los silencios tuyos
cuando descansa tu cuerpo
del arduo día vivido
y te alejas a otro equidistante mundo
del cual no parezco formar parte,
pero me sé la esencia de esos anhelos
en movimiento tras tus párpados caídos.
Me despierto para verte en medio la noche
y te acaricio tiernísimamente,
evaporándome sobre tu piel,
como si mano fuera el dulce maná
del firmamento caído…
Amo tu amor hacía mí,
que a dios gracias es
superior al que yo mismo me tengo…
Aprendo silente a cuidarme para vos
esquivando los obstáculos y derrotando fantasmas cansados
que se agazapan desde un recuerdo no vivido.
Amo el pasar de tu cuerpo,
marchando por las calles,
gozando del hecho de saber
que no es sólo respirar,
ingerir oxígeno, ver las agujas del reloj
correr en el cuadrante,
arrancando las hojas del calendario
y agrietar los rasgos en la cara,
socavar el alma con una inundación de hastío.
Amo la luz que nos abraza
que se instala y se queda
en el momento exacto
en el cual ya no somos dos
sino
uno, eso es lo que amo de vos.

viernes, 2 de octubre de 2009

Mendiga

Es domingo, el día del señor agoniza
en un mar rojo.
Voy en el Sarmiento,
mis viajes son siempre cómodos,
me pierdo en el asiento.
Todos me miran,
no dejo de ser un hombre ridículo
que juega con su lápiz y un cuaderno estrujado.
No me canso de verlos,
algunos llevan el hastío estampado,
guardan su ojos profundas ganas de huir, alejarse;
pretender que el tren despegue
las pesadas ruedas de la cárcel de durmientes.
El espectáculo de la pena hace escena en el vagón,
un ángel que apenas marcha,
el desamparo de la vejez tambalea
repartiendo un pedido de ayuda mal escrito
en un cartón cortado con mil esperanzas,
el esfuerzo busca la piedad
y sólo cosecha indiferencia de los viajeros,
todos ensimismados en la telaraña de sus mundos,
crucificados por la música de sus celulares
clavados en las orejas,
perdidos en las noticias de los diarios,
en la charla efímera con el compañero de viaje,
otros extraviados en el paisaje que atraviesan las ventanillas,
casas, ventanas, las primeras luces del depresivo domingo
ante las fauces de la noche;
cerca de mí oigo
la piedad hecha cascada de monedas,
cayendo lenta sobre la mano de la anciana,
sigue avanzando, por momento parece tropezar,
por momento parece querer estar en otra parte,
con nietos ruidosos, perdiendo el tiempo frente al televisor,
rememorando los años de la mocedad
cuando los anhelos bastaban parar caminar erguida
y confiada de un futuro mejor.
Tomo el cartón con mi mano izquierda,
la derecha aferra el lápiz, oculto un billete añejo detrás.
Obtengo una sonrisa escasa de dientes,
su mirada escapa dulce para cubrirme
en una bendición tan tierna que se enreda
en el papel donde la guardo,
transformada en musa de un poema
que tal vez ella nunca lea.