viernes, 24 de septiembre de 2010

La bailarina y el poeta

Suban el volumen,
quiere bailar,
dejar
que la música se le encarne
y se puedan ver en cuerpo
los compases al vibrar,
hermosas sus piernas escalan el aire,
se desarma y se vuelve a armar,
juega ser un mariposa
haciendo brotar las flores,
como un hada que se espera
que se mueva su barita donde guarda
todos los milagros,
la fascinación del movimiento que vence
la vieja quietud de la muerte,
una linda victoria en una silueta
de una mujer que danza
zigzagueando penas sueltas
y sonrisas que están renaciendo;
ya no importa nada,
ni las rutinas y sus eslabones amenazantes,
los besos fingidos
y las pantomimas de amores
fenecidos,
solo está la música yendo y viniendo
como los brazos de una madre
acunando la vida en olas,
salpicando los pies cuando
llegan para bendecir la arena
que sirve de escenario
para esta dulce criatura
que sigue bailando,
teniendo como testigos espumas
de mar y el lápiz de un poeta
que pretende hacerla eterna
pintándole la bellezas en letras
que deja plasmadas
sobre el lienzo de la arena.

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