martes, 3 de noviembre de 2009

Paseante

Detrás de sus ojos negros
moraban sueños como en los tuyos,
como en los míos,
una honda esperanza
que sólo hacía eso, esperar
día tras día un destino.
Su cuerpo menudo
era un retrato,
no de carne y hueso
sino del peligro que chorrea desde el televisor.
La ciudad lo ve deambular,
su mirada, pequeña, difusa
ve vidriera y los tesoros que quisiera alcanzar,
lo ven pasar con caminar lento,
para los otros es la sospecha,
un ser temible parido de alguna pobreza,
pero lleva anhelos en el alma,
como en la tuya, como en la mía.
Alguien gritó ladrón a lo lejos,
el paseante detenido en la esquina
ve, lleno de pánico, la confusión,
oye una voz que le dice: alto,
un disparo y un temblor,
luego ve su sangre saliendo,
tan roja como la tuya, como la mía.
Su martirio no sale en el televisor,
su historia no vende,
su muerte no importa,
no despierta rencores
simplemente se esconde.

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