sábado, 24 de abril de 2010

Séraphine

De dónde te nacen
los rojos intensos
marcando los pétalos,
encerrando a todos los paraísos
de esos universos
que sólo vos podés ver,
allá, lejos,
donde te arrebata el arte,
en tus manos de lavandera,
con tu cuerpo casi insano
caminado la pradera,
de dónde los frutos que salen
de la superficie de tus cuadros,
cuando se te hace carne
el éxtasis por la creación misma,
porque eso te sostiene
y te salva la vida,
pequeña,
casi una nada entre la demencia
y lo mejor de las bellezas
de los dioses,
sólo dibujando,
demostrando que la gracia sensible
es un don,
una madeja que se desovilla
cuando la madurez llega con toda la fuerza,
con todos los orgasmos estallando
dentro de la mente
y ya no queda nada más
que el otro mundo
lleno de flores,
donde todo se vuelve
una inocencia en colores.

lunes, 19 de abril de 2010

Rutina

Vida maravillosa,
montaña de segundos,
tirados como una lluvia
de granos de arena,
tapando la selva,
borrando lo particular,
haciéndote un ser anónimo,
un poema que nadie leerá
por ser igual a los otros,
los que llenan el espacio sideral,
los demás,
los autómatas que mueven ciudades,
atestan vagones de trenes,
eslabones de la misma cadena,
sostén del mismo yugo,
lleno de cifras –no más que eso-,
un ser con sueños leves,
una pieza del rompecabezas que compone
una abstracción abominable
a la que llaman “la gente”,
otro trozo en la moledora de carne
que alimenta al dios del consumo.


¿Te rebelarás algún día?
Mientras se te caen los anhelos
como hojas,
apilándose
en montañas de árboles muertos,
entumecidos por el otoño
que va creciendo
según pasan los años.

Vida maravillosa,
una promesa, una letanía,
gravitando por los rincones de la oficina,
que te seduce con el beso suave
del tedio y su amante, la rutina.

lunes, 12 de abril de 2010

Dedos sangrantes

Incrédulo de mí haber creído,
no había un futuro sino
una lluvia de cenizas
que había dejado el destino,
días, noches,
atadas a verdades a medias,
lo más probable que muera
sin cerrar el círculo
y lanzar el último escrito a los vientos,
buscando la piedad que da el suicidio
a los poetas que viven en otras voces,
tiempo después,
cuando la carne ya no se recuerda,
cuando ya no sufre,
inocente de haber osado
pensar las fábulas que no vendrán
a buscarme al amanecer,
brillando bajo el sol,
cantándome la canción de la esperanza
que recita lo de siempre,
intentá vivir,
hasta que el día se cierre
sobre su propio fin,
y sólo te espere
el papel donde escribir.

Ternura me da recordarme
de aquel adolescente con los dedos sangrantes
soltando la vida sobre el papel
cuando sólo existía esa rebeldía,
esa forma de llevar la vida
de sueños que se habían despertado temprano
y ya no creían
tomar forma y hacerse estampa,
pero he sobrevivido para decirle:
has recorrido un largo camino muchacho,
no has perdido la magia
de hacer que en papel todo sea posible,
y vivir todo cuanto se te haga
deliciosamente deseable.

Incrédulo de mí
al hallar la vida en este abismo sin fin,
resucitando
siempre al volver a escribir.

sábado, 3 de abril de 2010

Café con éxito

Qué perfecto es verlo
tomando un café
sentado en una mesa,
en su hora de descanso,
solo con su felicidad
de cuento y arrogante suerte.
Tiene todo lo que el mundo
ha podido ofrecerle,
es un escultor polifacético
de su bienestar solitario.
Veo su mano,
la cuchara revolviendo la infusión,
siento el aroma
huyendo de los remolinos.
Y pensar que me habían dicho
que esto era la dicha,
un hombre sentado en una silla
con el hombro erguido de ego
por tenerlo todo,
una mujer, unos hijos,
la casa en las afueras
y muchas charlas correctas,
predecibles, donde la aventura
es la peor de las herejías,
donde nada escapa a la proyección de lo pautado,
para los días, los meses, los años,
hasta que la razón
le dibuje la muerte
y en cinco segundo quiera rebelarse
pero, ya será demasiado tarde
pues, sólo quedará su nombre
apretado por el tiempo
en la jaula del recuerdo,
que todo olvida
tan rápido
como el café se enfría.