lunes, 22 de noviembre de 2010

Vivir soñando

Dejen que se vaya, que
la alegría desborde
la fuente de sus labios
en una lluvia de sonrisas,
que se animen a hacer música
desde el infinito,
un precioso diluvio
para el que no haga falta
mentirosa maderas llamadas
“arcas salvadoras”
que naveguen al garete
en las aguas de las supersticiones.

Devoren los frutos
de estos árboles
donde está la clave
de las libertades
y, duden siempre
de lo que se les diga,
la verdad se guarda
en el más común de los sentidos y germina
como las semillas
en lo superficial de la tierra,
esperando simplemente la hora del rocío.

No hay más que esta vida,
y todo lo que hagan cuenta
para que los días amanezcan mejores,
y la existencia sea una diadema
de un paraíso que se sueña
y al que se persigue caminando
sin dejar de vivir soñando.

jueves, 11 de noviembre de 2010

nostalgia

Noche buenamoza,
olor de primavera naciente,
colmando cada parte,
iluminando
cada sombra,
hoy presiente tu nombre
su mente como un fantasma
marchando pasos de recuerdos
sobre hierba embebida de rocío,
noche incipiente
tan bella como hembra esculpida
a cincel sobre mármol nuevo,
como un beso que te sigue
obstinado, casi cruento,
para atraparte en amor,
ese mágico presidio,
tierna energía
que te acorrala esa vida
que te catapulta
a seguir respirando para poder vivir centurias,
simplemente para volver encontrarla,
tan serena como en esta noche
de azahares que danzan polen
entre hojas y flores abiertas
en esta quietud solo rota
por un recuerdo que se hace estampa,
te burla entre sombras,
nostalgia que abre sus fauces
y sencillamente te devora.

jueves, 4 de noviembre de 2010

Arrabalera

Arrabalera, muy lejos de los salones,
arrebatada de las convecciones superficiales,
alimentada a fuerza de observaciones,
tan simple como el pocillo de café que tiene
por compañía la misma mesa del bar de siempre,
sus ojos, cazadores incansables, van buscando
verdades atadas a calabozos secretos
y solo pretende coser esa libertad retenida
en el papel blanco donde la rima corre,
atraviesa el campo de batalla donde reina
la rutina diaria en rosto ganados por el cansancio
que danza macabramente sobre los sueños
en letargo, casi muertos,

lo he visto, qué pérdida de tiempo,
arrabalero, tallando arte en los hombres de barrio,
que tal vez jamás se vean retratados
en el universo de letras alineadas,
lugares con princesas que están a la vuelta de la esquina,
delirando amores de cuentos que quieren
ser vividos en algún segundo
de alguna hora, que marca el ritmo de este mundo,
me he visto sentado en el bar de siempre,
tejiendo devaneos que se esfuman en el vacio,
pero que me sirven para permanecer vivo,
mientras juego a ser un cazador de destinos
ajenos, que por más que quisiera
jamás van a ser míos
por más que este talento así lo quiera
y se acople el deseo en poesía arrabalera
que, tal vez, muera en el olvido, y que nadie lea…