martes, 26 de enero de 2010

Chico Bel Ami.

Níveo 
como los copos,
fuerte 
como los abetos lejanos
del paisaje eslavo,
es así, 
carne de cañón del deseo
de los ojos que lo devoran
como si fuera 
un extraño ser, 
un Prometeo.


Arrogante y enjuto, 
de mirar claro,
transparente, 
es una dulzura,
un chico Bel Ami paseando 
su belleza
en las rutinas quietas 
de Avenida de Mayo…


Sus piernas lo llevan 
como si mi mano
recorriera 
sus carnes aflorando
como el sol 
tras varios días de tormenta…


Como si dejara 
de ser yo y fuera él,
desnudo y perfecto 
entre la penumbra
y la luz, un manantial de placer
fluyendo manso 
desde mis labios
en una marea de orgías
arrasando 
calles en modorra de la ciudad
y su eterno conventillo…


Es lindo, 
lo sabe, 
lo sé y lo explota
como un buen 
capitalista de la piel
que suspira en anhelos,
su belleza, 
casi un veneno
que se abre paso, 
corrompe, envicia,
promete mucho amor
con sus mieles y delicia,
es como un cheque al portador
pero no siempre es una ganancia.

miércoles, 20 de enero de 2010

El vestido

Está sobre la cama,
es de seda y rutila
envuelto por la luz de la noche,
es un beso lunar blanco,
una caricia del cielo,
que la cautiva;
parece a medida,
cada centímetro de la tela,
cada trazo de hilos delicados
sosteniendo sus vueltas,
para marcarle las curvas,
esos atributos que la harán la mujer
más deseada de la velada,
véanla ahí, como la veo yo,
una vanidad preciosa,
un despejo de las ninfas,
está desnuda,
envuelta en sudor de perfumes,
está por convertirse en el objeto
que se exhibe como triunfo,
pero yo voy más allá,
ella no lo sabe,
estoy en su alma,
piensa en las otras manos,
las de esas otras mujeres dobladas,
movidas por la melodía del taller,
el hilo corriendo sobre las maquinas,
¿cuáles serán sus méritos?
Un par de sueños vencidos,
apretados por el dolor y el cansancio,
una titánica batalla por sostener la vida como suplicio,
piensa en las que dejaron a sus niños lejos,
las que bordaron la cintura
con hermosos dibujos de oro,
piensa en esa explotación tan cruenta,
para que ella sea
la estatua alba que baja
radiantes escaleras
y todos se rindan ante su esplendor,
y la farsa se extienda
como la dulce romería
de los dioses que huyen en estampida
al ver su creación,
está ella y el vestido más caro,
ella y su cansancio,
preguntándose: ¿habrá espacio para la rebeldía?
Qué el paraíso debiera ser aquí
y ahora,
y no un delirio que no amanece nunca,
entonces como la diosa desterrada
decide bajar bellamente desnuda.

domingo, 17 de enero de 2010

Ruinas

Me dueles,
y no dejas de ser un espejo,
una ironía,
una marca en todas las tragedias.
Te traen los huracanes,
las revueltas,
los pocos señores que pisan tu suelo,
los que comen manjares importados,
mientras, los miles, van por arroz hervido.
No eres un país,
ni un pedazo de isla,
donde comenzó la saga
de los nuevos poderosos
y de los explotados de siempre,
eres el compendio de la humanidad toda,
con todos su fracasos apilados
en una exposición de arte
más real que obscena,
el desprecio de los abandonados a suerte,
los que se muestran en tevé
y se finge piedad por el dolor recurrente,
porque se es más feliz pensando
que inservible producto comprar mañana,
o que hueca obra de arte comercial
nos hará creer que estamos más cerca de Olimpo
que del infierno.
Es igual siempre,
el cambio se espera pero nunca llega,
la esperanza flota en una brisa,
pero se esfuma sola,
y está el dolor, con vida,
esperando
desde Puerto Príncipe en ruinas.

martes, 12 de enero de 2010

Macabra

Contoneándose
en un vaivén eterno
siempre en movimiento,
nunca quieto
como el acento de un anciano
contando alrededor del fuego
las historias que seguirán
una tras otra
hasta el infinito.
Fue así el río visto
desde Juan Lacaze
una subversión de arena
amontonada en médanos
que escalaba mi niñez
para otear el mundo…
Inocente como la ternura que se pierde
según los años se incrustan en el cuerpo,
buscaba sonidos,
el de las olas llegando,
el de los juncos resistiendo
siempre.
Eran tiempos de crueldad.
Ese río que veo como madre
era entonces un paraíso de peces
y una danza macabra,
una marca que el dulce mar me recuerda
al llegar y al irse
como para no errar la sentencia del destino.
Brillando el sol
en silencio,
iluminando los átomos de agua,
así pedía justicia el sueño que conservo,
por el que sobrevivió esta alma
marcada por el veneno
de ese lejano tiempo
que olvidar no quiero
ni debo.

viernes, 8 de enero de 2010

Foto

A veces no sé lo que quiero.
Soy como un equilibrista
en la cuerda siempre
floja.
La soledad me estalla
entre las voces que me hablan
pero, nadie se sienta en este vergel
a contar las plantas
devoradas
por un infierno de sequías,
a inventarme la piedad que perdí,
esfumada,
en un espejismo de sal.
Están estas letras
y la rutina por donde cojea mi vida,
las fotos llegadas desde el pasado,
aquel hombre que me engendró
en un momento de lívido y amor,
un desconocido,
acorralado y muerto.
¿Qué hubiera pensado
de aquel niño que sólo vio por tres meses,
de este hombre que quisiera ver la vida
como un camino bien recorrido?
Mi otro padre que se parecía a mí,
llegado en una foto por mail,
una mañana de octubre radiante de sol,
con promesa de miles de flores
abiertas
como mis lágrimas
llorando a un desconocido que se me pareció,
en un tiempo que mi mente tenía vedado los recuerdos,
ciertamente no sé lo que quiero,
presiento,
que la nostalgia por lo no vivido
es mi condena repetida hasta el hartazgo,
un sueño hurtado por la razón y el sentido,
hoy quisiera, amigo mío,
me resucites la alegría
con tu abrazo,
con tu compañía,
que des muerte a esta melancolía,
que no oculta su disfraz de asesina.

domingo, 3 de enero de 2010

Ágape

Te acordás….
El aroma de su pelo subiendo,
ondulándose
como una orquídea mostrando
su belleza de todos los días…
Creés, ahora, oír su voz
haciéndose poesía
en las cosas mundanas;
los problemas diarios
como espinas nacidas
simplemente para el tropiezo…
Ahora tus ojos la buscan
sin saber las muchas distancias
que hay entre los dos
aunque estén a pocos metros
y se perciba la entonación
de quienes han sido atrapados,
comidos por el amor…
Ambos tiene los brazos ocupados
pero no dejan de ser
invenciblemente bellos
sobre el escenario burgués,
presos de formas y buenos modales…
¿Sabés?, ella te recuerda,
eras aquel muchacho corriendo,
llevándose la lluvia en el cuerpo,
eras el girasol más fuerte, enhiesto
gobernando el sembradío…
Eras –seguís siendo-
la ternura hecha hombre
y ella simplemente la lumbre
que te acorrala y te absorbe.