viernes, 18 de diciembre de 2009

La palestina

La leyenda de la vieja Palestina,
el polvo del desierto,
la horda cruel de la explotación,
mujeres reducidas a ser menos 
que una bestia de carga,
y el culto de la virginidad 
entre sus piernas,
siete veces 
más esclavos que amos,


¿habrá cambiado algo 
aquella tierna muchacha 
analfabeta
con más amor por la carga 
de su vientre,
que por su vida?

Sola, pobre, hoy en altares
recubiertos de oro y marfil,
ayer sobre un asno
que apenas si soporta su carga,
sólo una hembra de homo sapiens 
en trabajo de parto,
sintiendo el mayor de los eventos,
las carnes abriéndose 
para que la vida siga
el derrotero.

Fue ese su milagro 
y no otro,
hacerse madre 
entre otras hembras del pesebre
que dieron sus frutos 
a la crueldad infinita,
destinados al banquete.
Está ahí, perdida 
en las esquinas del tiempo,
como otras leyendas
de otras hembras 
que hicieron lo mismo,
hoy destinadas a los olvidos
de los dioses vencidos.

Ahí su niño 
sorbiendo de uno de sus senos,
haciéndose rebelde,
estaba destinada a eso
engendrar varones 
y no seres de descarte.

Ha pasado tanto tiempo
desde aquella muchacha de Palestina
y ese bebé indefenso
que todo se vuelve ofertas 
en marquesinas,
diatribas pulcras sobre los púlpitos,
tanto que se ha olvidado
que la vida 
es el mayor de los milagros.

viernes, 11 de diciembre de 2009

Jueves

Hay restos de la última manifestación,
otra de tantas.
¿A quién le importa?
Está ella y su cara pequeña,
sobre una de las veredas de Callao,
mira desconocidos
con ojos de edad inocente.
Por momento parece un gato,
listo para lanzarse sobre un ave
que se ofrece en holocausto.
Ella sabe de entregas y pecados,
del Dios bueno e infinitamente cruel,
que la mira, ahora,
llegando a una esquina
esperando ver que la tentación se acerque,
movida
por sus piernas tan bellas vestidas como desnudas,
con esa boca que se abre
en una sonrisa al descubrirla,
ella es la excusa de los jueves,
el invento del partido de fútbol con amigos
o la tertulia con cervezas
y el devaneo de las frases de siempre,
desde entonces ella se llama como ese día,
y él como la hora vespertina
cuando se funden en una cita,
de dos horas que no bastan,
pero saben también en esas almas,
que después ven bajar la noche
desde una ciudad
sin tiempo para el descanso.
Y ella de regreso sentada,
con la cara apoyada sobre el cristal,
ve en el paisaje las llamas
del fuego eterno
emergiendo como una promesa,
un temor hermoso esperándola,
cuando sus días se acaben
y sólo recuerde la primera vez que dejó de ser
la tierna beata que volvía temprano
de su jornada de estudios;
y él, el padre novel
regresando de su juego con amigos,
para besar a su mujer que amanta un bebé
que lo mira como sabiendo de dónde viene.

domingo, 6 de diciembre de 2009

Copas y perdición

Apenas si puede,
el drama se le esconde en los gestos,
la risa le sale en una erupción perfecta.
Sobre las tablas es el mejor,
su personaje es un fuego
que posee lentamente el madero,
las cenizas le aparecen después,
cuando los aplausos terminan
y queda la otra función
la vida
y su ecuación tan compleja,
la soledad de su cama,
donde ya no duerme
la poetiza que amó.
Me lo dijo un día
en el que estábamos de copas y perdición;
buscaba la piedad de mis dichos,
como si alguna de mis rimas
tuvieran pistas ciertas del derrotero
de aquella mujer
de pelo negro y suelto,
que se había ido buscando
el refugio de estar lejos de su ego;
me lo dijo a la hora
en la que yo no quería saber nada del mundo,
cuando era un muchacho que coqueteaba
con la despedida,
como una enfermedad expectante
en el punto de partida.
Mi vida ha mejorado,
ya puedo comprar las entradas para verlo,
brillar como estrella en el firmamento,
gozar de los personajes de papel
hechos carne
y, mientras mis manos parían aplausos,
y de pie el público alimentaba el hambre del artista
se me ocurrió lo que tendría que haberle dicho,
jamás te enamores de alguien que haga poesía,
a veces, casi siempre,
somos más crueles que la vida.

domingo, 29 de noviembre de 2009

Sueños de ayer

Los sueños empiezan a morirse
en la almohada,
terminan de ahogarse
en un tsunami de café negro
y otra vez al mundo de los mortales,
a las caras desapacibles
de los compañeros del colectivo lleno,
casi un ataúd de ideales
que rueda en una pradera
de edificios y asfaltos,
una selva de caminantes en apuro,
miradas perdidas desde Wilde al Microcentro,
hasta llegar al monitor que esclaviza,
a las charlas que se esfuman
como un rocío en el aire,
a merced de un jefe gravitando
como una luna exhibiendo su cara oculta,
un maníaco de la exigencia sin tino,
incapaz de hacer amenas las horas que siguen
matando el tiempo en una letanía,
luego tus dedos pulsan las teclas,
vuelves a llamarme amor,
a decirme que llegaste bien,
que el viaje fue un desquicio;
y me pregunto si será suficiente
este amor que tengo
para salvarte y soñar con un destino
donde la vida sea más que una madeja
de obligaciones sin sentido,
si basta la esperanza para hacer
un mundo pequeño donde resuciten
los sueños muertos de ayer.

lunes, 23 de noviembre de 2009

Vals

En un patio surrealista,
bajo los azahares de octubre
con el dolor a huesos
que nacen con los años
con dos perros que marchan
y dos gatas que tejen ilusión en el techo,
pasean en la sombra
los ojos de mi padre
y marchan al silencio
los oídos de mi madre;
me bendicen el alma bailando un vals,
girando sobre las derrotas de la vida
y los días que perdieron
tiempo y lugar en el calendario,
recordando aquella juventud rubia de arenas
y con llanto de río,
ese momento de los setenta cuando dejaron todo
y decidieron salvarme.
Mil veces vencidos,
mil y una salieron adelante
como el fuelle de una gaita
que no se detiene al hacerse sonido,
igual que un escritor rebelde que lleva
su trazo terco sobre el papel,
y aquella enseñanza,
el viejo anhelo perseguido,
acariciado tantas veces con los dedos,
la justicia envuelta en los violines de los grillos,
en la mesa donde se comparte el pan,
en el abrigo del trabajo incansable
para que el día de mañana sea mejor
del que fue arrebatado por el pasado.
Saben amigos,
no bastarán todas las eternidades del alma
para agradecer este momento,
verlos a los dos girando en el patio amparados
por la música suave,
a la vista de las criaturas nocturnas
que sacuden sus modorras diurnas
y se llenan los sentidos con el vaivén de mis padres
en un vals interminable.

martes, 17 de noviembre de 2009

Pequeña

Vi la luz de tus ojos saliendo
inundando los míos, -no sé que día-,
oí tu sonrisa danzando
suelta en el aire
llevada por la mejor de las sinfonías.
Me deslumbro tu belleza andante
con ganas de sorber el mundo
este lugar no hecho para las franquezas
ni para las rosas con espinas sueltas…


Te vi radiante como lo que eras
la ebullición de la primavera
al alcance de la mano, en la espera.
Tratabas de vivir
pequeña.

Deseo que vuelvas
alegre, cuidada por la rima,
que me abraces tan fuerte
como aquella vez que veíamos la vida,
un espejismo de vapor en la calle
o una nube alta y tardía…
Quiero que este silencio se rompa
con el sonido de tus pasos,
con la tibieza de tus ojos escapando,
entibiando este dolor tan fuerte
que no sabe como cerrarse en un adiós,
que me oigas decirte que estarás siempre,
que cuidaré tu recuerdo en el alma,
que veré tu belleza saliendo de los pétalos de mis rosas
o del rocío que bendijo
mi llanto desesperado,
pero, atrás estaban tus risas,
tu amor infinito
tocándome en una caricia…
Sé que es un hasta pronto,
no, una despedida…


Tratabas de vivir pequeña
y te me hiciste eterna.

lunes, 9 de noviembre de 2009

Orgullo

Con orgullo por la calle
con la cara desnuda
y los ojos abiertos
así gritamos
desde la plaza de mayo
hasta el congreso,
enredando la dignidad en cada paso.
Bellezas de todas partes,
hombres altos y radiantes,
travestis moldeadas de esplendor
y sensibilidad,
mujeres pequeñas en edad
pero resueltas a la hora de amar.
Todas las variantes
el mismo grito,
las carrozas y la música que usamos por diversión
o, como cualquier otro
para hallar la promesa del amor eterno.
Siento esa libertad que zigzaguea
mientras las horas se hacen nocturnas,
mientras los besos se reparten
como flores en primavera.
Un adolescente hermoso mueve su cuerpo,
sus ropas toman forma de sus carnes,
su belleza va entre las luces y las notas musicales,
cae como un rocío sobre dos mujeres
que se absorben con los labios
y se les sale la pasión en cada gesto.

Deténganse todos y véannos marchar,
llevamos el reclamo y vamos por la justicia,
luchamos con la sinceridad
de ser quienes somos,
sus amigos, hermanos, vecinos,
alguien que les sonrió en algún momento
o le sanó las heridas,
alguien que lo abrazó, que lo educó,
que le hizo sentir cosas con su arte.
Somos como todos,
la misma manifestación,
la misma vida,
buscando un mundo mejor,
donde poder formar nuestras familias
y dejar que el amor simplemente se propague
y siga…

martes, 3 de noviembre de 2009

Paseante

Detrás de sus ojos negros
moraban sueños como en los tuyos,
como en los míos,
una honda esperanza
que sólo hacía eso, esperar
día tras día un destino.
Su cuerpo menudo
era un retrato,
no de carne y hueso
sino del peligro que chorrea desde el televisor.
La ciudad lo ve deambular,
su mirada, pequeña, difusa
ve vidriera y los tesoros que quisiera alcanzar,
lo ven pasar con caminar lento,
para los otros es la sospecha,
un ser temible parido de alguna pobreza,
pero lleva anhelos en el alma,
como en la tuya, como en la mía.
Alguien gritó ladrón a lo lejos,
el paseante detenido en la esquina
ve, lleno de pánico, la confusión,
oye una voz que le dice: alto,
un disparo y un temblor,
luego ve su sangre saliendo,
tan roja como la tuya, como la mía.
Su martirio no sale en el televisor,
su historia no vende,
su muerte no importa,
no despierta rencores
simplemente se esconde.

martes, 27 de octubre de 2009

Mi génesis

Gracias por todas las maldades,
por ese desprecio tan grande,
que hizo de mí un oráculo de la espera,
una semilla rebelde,
ese episodio sombrío
que nos unió en un instante,
tus contracciones, mi cuerpo pequeño saliendo;
los dioses y las musas lo sabían,
yo lo aprendí más tarde,
eras muy poco hembra para ser madre.
Eras una muchacha pobre de la Colonia
esquilmada por la tiranía,
debería sentir pena por tu sino,
pero hasta la piedad me mataste,
no contabas con esta suerte
que tengo,
con los ángeles que sostendrían mis días,
mis mañanas,
todos esos papeles mal escritos,
los sonetos que quise y no salieron.
Tu odio me persiguió siempre,
hurtó de mis manos el presente y el futuro
y siempre me pregunté por qué
tanta saña con tu cachorro.
Olvidaste mi cara blanca,
mis ojos grandes,
mi piel suave,
mi boca buscando el néctar de la vida
en uno de tus senos;
olvidaste salvarme,
quererme,
hiciste todo cuanto pudiste
para flagelarme,
y sabes qué,
me hicieron mejor que tú,
vencí el odio y el desprecio,
te he dejado al final de mundo,
perdida entre las criaturas
huéfana
de mi generosidad y ternura.

sábado, 24 de octubre de 2009

De todos

De todos, el más arrogante,
su paso lleva enredado
al mismo aire que lo envuelve,
sus piernas son altares
de ídolos y dioses promiscuos,
de deseos que se esgrimen entre cuatro paredes,
su pecho se infla,
se ensancha con cada bocanada de oxígeno que inhala,
es el amo de la noche.
Sus ojos devoran a cada ser que lo mira,
los engulle como un pulpo voraz,
llevándose a sus víctimas a su boca dentada,
parece el mejor de los amantes,
hasta anida, adentro, la sutileza de un artista,
un niño tierno que se les escapa
en una sonrisa de dientes blancos.
Ahora baila solo,
sobre su cuerpo rutilan las luces
como sierpes silvestres en una orgia,
me seduce aunque no baila para mí,
el amante de sus sueños está en otra ciudad,
durmiendo, abrazado a otro hombre
no tan lindo como él,
pero que le pintó un mundo más real, casi perfecto,
como un río gregario
horadando la roca
en miles de besos de agua,
besos que el más hermoso del baila habrá de ver
hechos olas rompiendo en la costa sucia,
buscando en la mansedumbre del río
la silueta de aquel amor
que tuvo y perdió.

miércoles, 21 de octubre de 2009

Hambriento

El hambre es un vacío que duele,
dos ojos negros que buscan libertad
-y pensar que todo empezó acá,
aquella aventura, esta crueldad-
mi amigo esta recostado
en el tronco de un árbol
su humanidad se reduce a piel y huesos,
a una ternura de cinco años
que apenas sabe lo que es jugar.
Está muriéndose dolorosamente,
mientras las modelos juegan a ser cadáveres
andantes en las pasarelas,
mientras los prohombres deciden
quienes ganan, quienes pierden,
en el momento exacto en que la tele
reproduce por enésima vez el video
de alguna nueva princesa del pop
haciendo mímica en inglés o español.
La muerte aparece como un bálsamo,
pisa con la suavidad de un hada,
en su cabello se enreda la piedad
mientras al cielo suben los ruegos de los beatos
siempre buscando nuevos odios para su deseo
fervoroso de ir por la eternidad.
La mano de ella es suave,
húmeda de rocío o de llanto de madre,
su abrazo sabe a manjares,
todos los sabores que mi amigo
no puede describir, ni siquiera imaginar.
Su último respiro no será noticia
en los diarios de mañana,
ni en los noticieros de la noche,
tampoco en las plegarias de obispos, pastores,
imanes y rabinos.
Sólo aparece en este poema,
en estas letras que no sirven de consuelo.
Termino de escribir, queda el humo del cigarro
y una onda sensación de duelo.

sábado, 17 de octubre de 2009

Amo

Amo la luz que juega con tus formas
y te muestra el mundo tal como es,
así un reducto donde juega el sacro sentimiento
que lanzamos al aire
y absorto nos deja sumidos
en este edén que inventamos,
que empaña los cristales,
que revolotea sobre los techos de la ciudad
que amamos, que los dos vemos
con henchidos ojos de amor…
Amo los silencios tuyos
cuando descansa tu cuerpo
del arduo día vivido
y te alejas a otro equidistante mundo
del cual no parezco formar parte,
pero me sé la esencia de esos anhelos
en movimiento tras tus párpados caídos.
Me despierto para verte en medio la noche
y te acaricio tiernísimamente,
evaporándome sobre tu piel,
como si mano fuera el dulce maná
del firmamento caído…
Amo tu amor hacía mí,
que a dios gracias es
superior al que yo mismo me tengo…
Aprendo silente a cuidarme para vos
esquivando los obstáculos y derrotando fantasmas cansados
que se agazapan desde un recuerdo no vivido.
Amo el pasar de tu cuerpo,
marchando por las calles,
gozando del hecho de saber
que no es sólo respirar,
ingerir oxígeno, ver las agujas del reloj
correr en el cuadrante,
arrancando las hojas del calendario
y agrietar los rasgos en la cara,
socavar el alma con una inundación de hastío.
Amo la luz que nos abraza
que se instala y se queda
en el momento exacto
en el cual ya no somos dos
sino
uno, eso es lo que amo de vos.

viernes, 2 de octubre de 2009

Mendiga

Es domingo, el día del señor agoniza
en un mar rojo.
Voy en el Sarmiento,
mis viajes son siempre cómodos,
me pierdo en el asiento.
Todos me miran,
no dejo de ser un hombre ridículo
que juega con su lápiz y un cuaderno estrujado.
No me canso de verlos,
algunos llevan el hastío estampado,
guardan su ojos profundas ganas de huir, alejarse;
pretender que el tren despegue
las pesadas ruedas de la cárcel de durmientes.
El espectáculo de la pena hace escena en el vagón,
un ángel que apenas marcha,
el desamparo de la vejez tambalea
repartiendo un pedido de ayuda mal escrito
en un cartón cortado con mil esperanzas,
el esfuerzo busca la piedad
y sólo cosecha indiferencia de los viajeros,
todos ensimismados en la telaraña de sus mundos,
crucificados por la música de sus celulares
clavados en las orejas,
perdidos en las noticias de los diarios,
en la charla efímera con el compañero de viaje,
otros extraviados en el paisaje que atraviesan las ventanillas,
casas, ventanas, las primeras luces del depresivo domingo
ante las fauces de la noche;
cerca de mí oigo
la piedad hecha cascada de monedas,
cayendo lenta sobre la mano de la anciana,
sigue avanzando, por momento parece tropezar,
por momento parece querer estar en otra parte,
con nietos ruidosos, perdiendo el tiempo frente al televisor,
rememorando los años de la mocedad
cuando los anhelos bastaban parar caminar erguida
y confiada de un futuro mejor.
Tomo el cartón con mi mano izquierda,
la derecha aferra el lápiz, oculto un billete añejo detrás.
Obtengo una sonrisa escasa de dientes,
su mirada escapa dulce para cubrirme
en una bendición tan tierna que se enreda
en el papel donde la guardo,
transformada en musa de un poema
que tal vez ella nunca lea.

lunes, 28 de septiembre de 2009

Aprendiz

Es un café, no importa cuál,
detrás de los cristales Buenos Aires agobia
por los cuatros costados.
Estoy solo, mi café, mi teléfono, espero;
el tiempo crepita lento entre los parroquianos
y mi amigo desconocido emerge tan bello,
cinco mesas más allá,
bebe café y apoya los codos en la mesa,
sus ojos son diáfanos y expresivos,
no me mira, de hecho no mira a nadie,
su cuerpo aprieta,
eróticamente un esplendor de pasados los veinte,
camina hacia el cenit de su masculinidad con paso firme,
en cambio su alma es un huracán de pena,
un desamor lo devora tiernamente,
le duelen las horas como a un caballo atado a una noria,
ella dejó de ser alguien que le toma la mano,
la dulce mujercita
que le sonríe después de amanecer en la disco de moda,
ahora es una desconocida que le dijo adiós sin pronunciarlo
y se le llevó el alma, los sentidos,
se fue lenta tras los pasos que hacían otras huellas.

Mi amigo desconocido no ve razones hoy,
no sabe lo que sé yo, los amores van y vienen
y uno cree que el último es el verdadero,
el que saldrá de las sábanas y despertará todas las mañanas,
el que nos sostendrá mano en el lecho de muerte.
Sólo quiere beberse la vida,
conducir su auto hasta que se acabe Sudamérica
y descubrir la grandiosidad del océano
y lanzar allí todo ese tiempo de amor,
cuando se sentía feliz y afortunado,
cuando no era más que un aprendiz de hombre enamorado.

jueves, 24 de septiembre de 2009

Ella, él

Uñas pintadas, pelo luminoso
–casi una diva del espectáculo en albo
vestido bajando escaleras- y coincide
su figura con el desamparo
de la noche áspera y fría.
Parada en una esquina, sola huérfana de glamour,
espera la rutina por monedas,
billetes sucios de otras manos.
Hombres que jamás la verán a los ojos
porque la saben un descartable ser vagando
solo y sin rumbo, pero su belleza es palpable
arranca más deseos que mofas,
hace brotar más perversión que ternura solapada,
guardada, adentro, apretada
en una telaraña de sus sueños.
Siempre peleando por ella y no él,
desde que la razón se le hizo carne…
Ahora es una criatura sin amor, nocturna,
esperando que alguien le hable
y le descubra ese corazón que también late y suspira,
y que, por momentos se inventa anhelos
que la mantengan con vida.

lunes, 21 de septiembre de 2009

Simios

Apareciste con un milagro,
¿o una maldición?,
echaste a andar lento y débil,
no eras más que un simio sin pelo y glúteos,
no más que un cerebro presumido oteando la sabana,
amplia de peligros,
linda y africana.
Te creíste una arcilla, un dios entre las criaturas;
Un ánfora de sueños, ¿o era de pesadilla?
Te hiciste tu ángel y a la vez tu verdugo.
Recreaste todas las bondades,
el amor, el deseo, el sexo,
el cuidado de los hijos; la compasión,
y tu genio todas las maldades,
la explotación,
miles de cuerpos en ciento de genocidios,
inventaste a los poderosos y a los descartables,
muchos deseosos de la piedad de los dioses,
demasiados muriendo solos y de hambre.
Hiciste todo,
la tecnología, las casas, las cárceles;
los ricos y todos los pobres,
las utopías y los campos de concentración,
el idioma en que hablo
y los dioses en los que descreo.
Ahora todo puede volar por los aires,
Serían segundos tal vez,
no te darías cuentas que te mueres;
pero después de la muerte
la vida se abrirá paso
y aparecerá otra criatura que inventará nuevas cosas
y descubrirá toda tu aventura hecha fósiles
de ánforas e imposibles.

Malas influencias

Malas influencias,
las tardes a la hora de la siesta,
las pelis, largas blanquinegras de sábados de súper acción
correr bajo el sol de enero –que ya no vuelve a ser lo que fue-
las piernas de algún amigo,
los senos de una muchacha que amé,
malas influencias,
Quevedo, Neruda, Cervantes,
Poe tan cruel muriéndose en el misterio,
La Agustini saliendo en rimas de una hoja escrita y seducirme eróticamente,
como si fuera la Gilda del celuloide o la que canta,
la María Magdalena viendo el sepulcro vacío,
los océanos de sangre chorreando de la biblia, los discos Abba
y llorar como una Chiquitita,
diminuta perdida la criatura como aguja en un pajar.
La mujer que me alumbró y me descartó al noveno mes,
la madre que tuve desde ese día
que me alejó de la muerte y me llenó de lozanía,
aquel hombre que fue mi primer padre y que se fue sin brillo del Che
o de Cristo a los treinta y tres,
mi otro padre que me ensañó a escalar médanos huidizos
y a nadar, que aceptó que amara más las letras que las tardes
futbolísticas y dominguera.
Aquellos seres todos, humanos, perros, gatos,
el zorzal que se burlaba de mí,
mientras práctica lesiones de música con una flauta dulce,
todos esos seres depresivos, carcomidos por el vicio,
buscando en el desespero el consuelo solitario de la rima,
que se puede cazar entre el lápiz y la mente,
me dieron la piedad inmensa de cuidarme del mal
y darme el arrojo para caer en los abismos donde está la vida
esperándome como una hoja blanca y vacía,
tan virginal para ser sólo mía.

martes, 15 de septiembre de 2009

Dulce Dulcinea

Todavía se acuerda,
Los príncipes eran azules,
Miraba a través de los sueños
Y no de los ojos.
Siempre fue una dulce Dulcinea
Que se creyó el cuento;
Redonda la calabaza
Hecha veloz corraza,
Tres triste ratones,
Hermosos y displicentes lacayos.
“Un te amaré hasta siempre”,
Una promesa que ilusionó fuera eterna.
Ahora no alcanzan las excusas,
Que la ventana abierta,
Que las puertas mal cerradas;
No hay maquillajes
Que disimule los moretones,
Ni el temor que galopa sobre la rutina,
El dulce príncipe ya no es azul,
Su desteñido paso lo anuncia al llegar
Y ella ya no es la reina
Que domina el tablero sino
Un simple peón que no espera otra cosa
Que el desdén del amo…
Dulce Dulcinea…,
Te he visto hoy sentada en un banco de la plaza,
Nadie te oye gritar,
Invisible a todos te haces,
Sólo yo te veo con piedad infinita
Y sueño con que te salves la existencia,
Que grites tan fuerte como puedas
Así te escuchas y oyéndote te hagas tan fuerte,
Madera de roble,
Una mujer hermosa que sabe ponerse en pie
Y defender sus pétalos
Como las rosas con sus espinas
Y descubras lo que es volver a la vida.

jueves, 3 de septiembre de 2009

Amante

Eres el mejor de mis amantes,
Las pocas horas que compartimos,
Se me hacen breves y quisiera
Que fueran eternas,
Haces de mí un cobarde valiente,
Un semental temerario que olvida
Su carcasa de hombre correcto,
Saco de tu boca el agua para la mía sedienta,
Escalo, trepo, me hundo, me sumerjo,
Y tu juventud me envicia
De bondad, de ternura, de deseo;
Tu lozanía me envuelve en un sudario,
No el de la muerte
Sino de la vida que pierdo;
Llegas,
Me besas, me sonríes,
Me desnudas,
Me recorres, me hueles;
Me invitas a trashumar caminos que perdí,
Crees en el amor todavía,
Tu inocencia no tiene límite,
Mi crueldad tampoco, hace años ya
Que me dí cuenta que sólo sirve
Para vender novelas retorcidas
Y levantar ratings en los oráculos de la tevé;
Pero tú me esperas…,
Quieres de mí un amanecer,
Un despertar juntos besados por el sol,
Algo tan bello como comenzar
Con el dolor.

sábado, 29 de agosto de 2009

a Titín Betarte,

Era el día más hermoso de la primavera,
Tan alto el sol brillaba en todo su esplendor
Y ahora que lo pienso esa era la tibieza
De lo que siendo breve se hace eterno…
Nos dijimos adiós viéndonos a los ojos;
Siempre supiste lo que llevo adentro,
Así de mágico era tu saber y entender.
Te fuiste suave pisando suave sobre nubes,
Tormentas de recuerdos,
Dejando rocíos de lágrimas
Sobre los días, las semanas, y años que transcurrieron.
Estás –lo sé-, no hay nada más especial que saberte
Tan cercano, siendo tu esencia
Una dulce caricia del recuerdo.
Era primavera el día en que los dioses pidieron tu presencia,
Era una madrugada en que yo dormía,
Y la mañana la más hermosa de todas fue a mis ojos
La más triste de mi vida.
Lo sé yo, lo sabés vos,
Habrá alguien viendo
Este lejano sol brillando,
En la grandiosidad del universo
Y ese tiempo que compartimos, el pasado,
En el que te hiciste mi amigo, mi maestro,
Será siempre eterno,
Porque son lo amores verdaderos los que hacen la diferencia,
Hacen que los engranajes funcionen,
Que la vida sea vida.
Sonrío ahora porque sé que un día
Me darás la bienvenida,
Tal vez sea mañana, pasado,
Dentro de unos años,
Me verás amanecer en el inframundo,
Tan distraído como asustado
Pero hallaré tu estampa de azabache,
Tus pasos firmes pero lentos
Tu vitalidad, tu aliento
Y me dirás en silencio: “fue ayer pero,
Amigo, te he echado tanto de menos.

sábado, 22 de agosto de 2009

cobardía

Tenía el pelo mojado,
El cepillo en la mano,
El resto del maquillaje en un paño,
Y dos ojos castaños que brillaban
Como Venus en las noches de verano.
Tenía los hombros desnudos,
Sus gestos estaban congelados;
Amenazados como la mujer de Lot
Al mirar hacia atrás,
Dentro de sus pupilas apretaba la silueta de un hombre;
Detenido en medio de la multitud,
En otros momentos marchándose, perdiéndose en la multitud
Como el humo de de un viejo tren al rodar;
La prontitud,
Tal vez el destino,
El viejo conjuro de los amores que no son
Dibujó la escena del adiós
Y el cielo tronó y todos los diluvios cayeron.
Tenía la camisa desprendida
Los vellos de su pecho escapaban erizados,
Estaba frente a una ventana,
Afuera la gente con disfraz de lluvia
Siguía caminando como si nada
Y detrás de las gotas recuerda a una mujer
Como una odalisca ideada por Sherezade,
Él habló primero,
Ella escuchó silente,
Él no puede –es tan cobarde- dejar el pasado atrás,
Esa esposa que charla de los programas de la tevé
Y esa hija que no le salen las cuentas.
La oyente –tan igual que él- carece de valentía,
No puede abandonar los viajes a Paris;
Ni las ropas de modistas célebres,
No puede dejar de pensar en ese hombre que le hablaba
Cuando su marido le hace el amor entre las sábanas.
En el vidrio de la ventana
Los ojos masculinos son como la hierba de septiembre
Que guardan un mar de lágrimas,
Sólo se oye el tañido de la lluvia
Y la voz de una niña a la que no le salen las cuentas.
Tenía el pelo mojado,
El cepillo sobre la mesa
Y el recuerdo de cuando descansaba sobre su pecho
El perverso deseo de haber intentado ser valiente,
Y que toda la pasión pudiera, al menos,
Ser tan fuerte fuera del lecho…

martes, 18 de agosto de 2009

La bailarina y la nieve que no fue

Noche en Buenos Aires
Como un filo mesiánico
Cabalga las calles,
Salta la basura abandonada y sube suave
Como la caricia de una madre,
La oscuridad le delinea los contornos de su rostro,
El frío y el hambre es marco fino de su cuadro,
Como cuando era bailarina sobre el escenario
Arremolina su cuerpo como un átomo rebelde,
Huye de los bribones a sueldo que la han corrido
Del portal donde solía dormir,
Allá donde bajaba un señor de acento extraño
Con una taza de caldo tibio,
Era como el ramo de flores
El del final entre luces y aplausos.
Ahora está huérfana en una calle oscura,
Bajo una llovizna que cala hasta los huesos,
Rodeada de ventanas cálidas y con luces,
Con señoras bien desmaquillándose sus caras
Enredando sus lenguas en algún ave maría antes de dormir,
Pero hubo una, haciendo caso a lo que mentía la tevé,
Arrimó sus ojos a la ventana para ver la llovizna
Hacerse vanamente nieve sobre las calle de la ciudad;
Y la vio en medio de las erráticas gotas de agua,
Una diminuta linyera despojándose de sus andrajos,
Vio movimientos finos y delicados;
Saltos y acrobacias,
El vuelo del cisne se despegaba del suelo,
Y allá abajo, la calle trocaba en escenario,
En los ojos de la danzante el público brotaba por montones,
Todos olían a perfumes caros y portaban el orgullo
De ser tan sensibles para verla,
De contemplarla siendo una brizna de arte.
Noche en Buenos Aires, el espectáculo agoniza,
Los furiosos aplausos la envuelven como un sudario,
Ahora la tibieza le es como los brazos de su amante,
Aquél único que tuvo, ya no hay frío, sólo tibieza…
Amanece, está sentada en el cordón de la vereda,
Aunque por momentos se le hace estar entre bambalinas,
Hay dos muchachos,
El sol repta sobre el pavimento mojado;
Ella camina,
Se ve, es lo que quedó de la última actuación
Un cadáver sin nombre, el suyo, su vida…




sábado, 15 de agosto de 2009

Tevé 1

Corrompeme, violame, haceme sentir viva,
No dejes sector sin explorar. Arrancame
De la tediosa sensación de horas
-pensaba ella mientras acunaba sus manos entre sus piernas-.
El televisor encendido pintaba colores en su pieza;
Ah si fuera ella la heroína,
La trémula sirvienta del México profundo,
Caída en la ciudad ignorante de su venturosa fortuna,
Ella, la otra, la heroína, es perfecta,
Son sus labios como vulvas
Que arrancan los sudores masculinos
El ébano de su pelo, un ondulante suspiro
Por donde se enredan los dioses,
Es el dolor y la castidad que se entregarán sólo por amor,
Es la que se inclina ante la estatua de la “virgencita”
Como amuleto para esquivar cualquier pena.
Es la cenicienta post-moderna de castellano perfecto,
Además tiene tan suerte que el amor le llega en el primer capítulo,
Soterrado en el cuerpo en un cuerpo de hombre bello;
Cincelado en horas de gimnasio
Con profundos ojos de ser devorador de otros hombres de símil hermosura.
- Ah qué ternura
La televidente sigue viendo en la soledad de su alcoba,
Su mano sigue apretada en sus piernas,
Su alma está dentro de la pantalla,
Delira ahora su cuerpo se hace parecido
A los que se dicen ser lindos, sus senos se yerguen
Su talla se reduce, ahora sus labios se abren
Y el acento porteño se desvanece
Entonces susurra al galancete:
Corrómpeme, viólame, hazme sentir viva
Hazme creer que seré feliz por siempre-.

jueves, 13 de agosto de 2009

uno

Detesto a esos poetas que dicen sufrir
Cada vez que escriben,
En cambio yo gozo como un Apolo griego irguiéndome en un bacanal,
Reptando como una sierpe por miles de cuerpo,
Mi lengua bífida le susurra a Eva:
Es mi cuerpo una manzana, una delicia de pulpa tierna
Y piel bermeja como mi sangre,
Es la palabra como una orgía que se aprieta en la mente,
Es el comienzo de un parto que no duele,
Vuelvo a ser Apolo, a cazar virginales donceles a la hora de la siesta,
A abrazar con ardorosa pasión la trémula carne
De castas vírgenes en la pradera.

Sufrir es esperar horas
Muriendo lento en pos de lo que la inspiración no escupe,
Horas viendo pasar la vida
Como quien contempla el río hecho torrente,
Es darme cuenta de que no me miras,
No poder descubrir lo que guardas,
Es no llevarte, no salvarte de este mundo,
De los cuentos que te han contado,
De los dioses que nos han inventados;
Es no llevarte de paseo a donde vaga
La invención y el hartazgo de sabernos simples
Y tan simples marionetas de la vida.

He nacido para acunar un sueño,
Hechizarme una y mil veces en el pecado de la inocencia,
Escribo porque sueño,
Disfruto de las pequeñas cosas,
Me abstraigo en un mundo
Donde la vida es rebeldía infinita…

Odio a los poetas que dicen tener un látigo
Con el que se flagelan y escupen letras,
Aborrezco las rimas perfectas y a los esclavos de la métrica.
Lo mío es sólo una perversión,
La sinrazón de los sentidos,
Es envolverte, seducirte,
No más que apararte del camino…