lunes, 28 de septiembre de 2009

Aprendiz

Es un café, no importa cuál,
detrás de los cristales Buenos Aires agobia
por los cuatros costados.
Estoy solo, mi café, mi teléfono, espero;
el tiempo crepita lento entre los parroquianos
y mi amigo desconocido emerge tan bello,
cinco mesas más allá,
bebe café y apoya los codos en la mesa,
sus ojos son diáfanos y expresivos,
no me mira, de hecho no mira a nadie,
su cuerpo aprieta,
eróticamente un esplendor de pasados los veinte,
camina hacia el cenit de su masculinidad con paso firme,
en cambio su alma es un huracán de pena,
un desamor lo devora tiernamente,
le duelen las horas como a un caballo atado a una noria,
ella dejó de ser alguien que le toma la mano,
la dulce mujercita
que le sonríe después de amanecer en la disco de moda,
ahora es una desconocida que le dijo adiós sin pronunciarlo
y se le llevó el alma, los sentidos,
se fue lenta tras los pasos que hacían otras huellas.

Mi amigo desconocido no ve razones hoy,
no sabe lo que sé yo, los amores van y vienen
y uno cree que el último es el verdadero,
el que saldrá de las sábanas y despertará todas las mañanas,
el que nos sostendrá mano en el lecho de muerte.
Sólo quiere beberse la vida,
conducir su auto hasta que se acabe Sudamérica
y descubrir la grandiosidad del océano
y lanzar allí todo ese tiempo de amor,
cuando se sentía feliz y afortunado,
cuando no era más que un aprendiz de hombre enamorado.

jueves, 24 de septiembre de 2009

Ella, él

Uñas pintadas, pelo luminoso
–casi una diva del espectáculo en albo
vestido bajando escaleras- y coincide
su figura con el desamparo
de la noche áspera y fría.
Parada en una esquina, sola huérfana de glamour,
espera la rutina por monedas,
billetes sucios de otras manos.
Hombres que jamás la verán a los ojos
porque la saben un descartable ser vagando
solo y sin rumbo, pero su belleza es palpable
arranca más deseos que mofas,
hace brotar más perversión que ternura solapada,
guardada, adentro, apretada
en una telaraña de sus sueños.
Siempre peleando por ella y no él,
desde que la razón se le hizo carne…
Ahora es una criatura sin amor, nocturna,
esperando que alguien le hable
y le descubra ese corazón que también late y suspira,
y que, por momentos se inventa anhelos
que la mantengan con vida.

lunes, 21 de septiembre de 2009

Simios

Apareciste con un milagro,
¿o una maldición?,
echaste a andar lento y débil,
no eras más que un simio sin pelo y glúteos,
no más que un cerebro presumido oteando la sabana,
amplia de peligros,
linda y africana.
Te creíste una arcilla, un dios entre las criaturas;
Un ánfora de sueños, ¿o era de pesadilla?
Te hiciste tu ángel y a la vez tu verdugo.
Recreaste todas las bondades,
el amor, el deseo, el sexo,
el cuidado de los hijos; la compasión,
y tu genio todas las maldades,
la explotación,
miles de cuerpos en ciento de genocidios,
inventaste a los poderosos y a los descartables,
muchos deseosos de la piedad de los dioses,
demasiados muriendo solos y de hambre.
Hiciste todo,
la tecnología, las casas, las cárceles;
los ricos y todos los pobres,
las utopías y los campos de concentración,
el idioma en que hablo
y los dioses en los que descreo.
Ahora todo puede volar por los aires,
Serían segundos tal vez,
no te darías cuentas que te mueres;
pero después de la muerte
la vida se abrirá paso
y aparecerá otra criatura que inventará nuevas cosas
y descubrirá toda tu aventura hecha fósiles
de ánforas e imposibles.

Malas influencias

Malas influencias,
las tardes a la hora de la siesta,
las pelis, largas blanquinegras de sábados de súper acción
correr bajo el sol de enero –que ya no vuelve a ser lo que fue-
las piernas de algún amigo,
los senos de una muchacha que amé,
malas influencias,
Quevedo, Neruda, Cervantes,
Poe tan cruel muriéndose en el misterio,
La Agustini saliendo en rimas de una hoja escrita y seducirme eróticamente,
como si fuera la Gilda del celuloide o la que canta,
la María Magdalena viendo el sepulcro vacío,
los océanos de sangre chorreando de la biblia, los discos Abba
y llorar como una Chiquitita,
diminuta perdida la criatura como aguja en un pajar.
La mujer que me alumbró y me descartó al noveno mes,
la madre que tuve desde ese día
que me alejó de la muerte y me llenó de lozanía,
aquel hombre que fue mi primer padre y que se fue sin brillo del Che
o de Cristo a los treinta y tres,
mi otro padre que me ensañó a escalar médanos huidizos
y a nadar, que aceptó que amara más las letras que las tardes
futbolísticas y dominguera.
Aquellos seres todos, humanos, perros, gatos,
el zorzal que se burlaba de mí,
mientras práctica lesiones de música con una flauta dulce,
todos esos seres depresivos, carcomidos por el vicio,
buscando en el desespero el consuelo solitario de la rima,
que se puede cazar entre el lápiz y la mente,
me dieron la piedad inmensa de cuidarme del mal
y darme el arrojo para caer en los abismos donde está la vida
esperándome como una hoja blanca y vacía,
tan virginal para ser sólo mía.

martes, 15 de septiembre de 2009

Dulce Dulcinea

Todavía se acuerda,
Los príncipes eran azules,
Miraba a través de los sueños
Y no de los ojos.
Siempre fue una dulce Dulcinea
Que se creyó el cuento;
Redonda la calabaza
Hecha veloz corraza,
Tres triste ratones,
Hermosos y displicentes lacayos.
“Un te amaré hasta siempre”,
Una promesa que ilusionó fuera eterna.
Ahora no alcanzan las excusas,
Que la ventana abierta,
Que las puertas mal cerradas;
No hay maquillajes
Que disimule los moretones,
Ni el temor que galopa sobre la rutina,
El dulce príncipe ya no es azul,
Su desteñido paso lo anuncia al llegar
Y ella ya no es la reina
Que domina el tablero sino
Un simple peón que no espera otra cosa
Que el desdén del amo…
Dulce Dulcinea…,
Te he visto hoy sentada en un banco de la plaza,
Nadie te oye gritar,
Invisible a todos te haces,
Sólo yo te veo con piedad infinita
Y sueño con que te salves la existencia,
Que grites tan fuerte como puedas
Así te escuchas y oyéndote te hagas tan fuerte,
Madera de roble,
Una mujer hermosa que sabe ponerse en pie
Y defender sus pétalos
Como las rosas con sus espinas
Y descubras lo que es volver a la vida.

jueves, 3 de septiembre de 2009

Amante

Eres el mejor de mis amantes,
Las pocas horas que compartimos,
Se me hacen breves y quisiera
Que fueran eternas,
Haces de mí un cobarde valiente,
Un semental temerario que olvida
Su carcasa de hombre correcto,
Saco de tu boca el agua para la mía sedienta,
Escalo, trepo, me hundo, me sumerjo,
Y tu juventud me envicia
De bondad, de ternura, de deseo;
Tu lozanía me envuelve en un sudario,
No el de la muerte
Sino de la vida que pierdo;
Llegas,
Me besas, me sonríes,
Me desnudas,
Me recorres, me hueles;
Me invitas a trashumar caminos que perdí,
Crees en el amor todavía,
Tu inocencia no tiene límite,
Mi crueldad tampoco, hace años ya
Que me dí cuenta que sólo sirve
Para vender novelas retorcidas
Y levantar ratings en los oráculos de la tevé;
Pero tú me esperas…,
Quieres de mí un amanecer,
Un despertar juntos besados por el sol,
Algo tan bello como comenzar
Con el dolor.