miércoles, 30 de noviembre de 2011

malparido

Te equivocaste siempre
niño,
no eras una gaviota,
menos un duende
montado sobre una tortuga,
eras el hijo borrego
de la tortura,


aquellos médanos que se volvían rojos,
rufos de puro sol agonizante
no eran lindos, sino, sombríos;
el pueblo era un cementerio,
un matadero
acunado al costado del río,


no te equivocás,
bien hacés en odiarlo,
no sé puede querer
a lo que nunca te quiso,
jamás perdonar al verdugo,
sabés que en otra parte
siempre hay revancha,
el perdón, un remiendo
al dolor vencido,
algo que solicita quien
no ha sido herido.


No te equivocaste
niño,
de huellas desnudas sobre la arena,
hambriento de rimas,
amante de nostalgias libérrimas,
algún día volverás como hijo
pródigo
a ese lugar en el mundo
donde te han malparido…


Harás de tanto odio
una diadema de estrellas
tejidas con palabras bellas,
las soltarás por las calles
para que las barran las vecinas,
las muerdan los perros,
para que los sábalos se liberen de las redes,


te sentarás en las arenas
para ver el sol muriendo,
después te reirás
porque todo fenece en ese pueblo,
todo, hasta los sueños
de gaviotas que hablan con duendes
y niños que lo imaginan
con labios sonrientes…

miércoles, 23 de noviembre de 2011

conmigo

Se equivocaron las noches,
los días,
los segundos,
eras libre como una dalia,
floreciendo primero,
en el calor agobiante
de enero… Lo mirabas,
era la arcilla
vos querías ser el alfarero…
Me lo contaste
al final del derrotero,
era un atardecer rojo
tan agrio como sereno
ahogando los techos,
haciendo sudar los cuerpos,
estabas tan bonito,
una mezcla de hombre con cachorro,
una sonrisa de apolo
cayendo antes nuevas deidades,
desplomándose la estatua
con el mismo fragor que hacen los sueños
cuando,
de repente, se vuelven añicos..



Eras tan lindo
que me sacabas el padre de adentro,
quería protegerte pequeño niño
prostituto, fuerte y débil,
seguías siendo una dalia
ahora mustia, sedienta,
rogabas por lluvia
y la suerte
se te mofaba con sequías…
Eras tan extrovertido,
tan arrogante como vacío,
se te había ido
el amor, la confianza,
solo quedaba el calor de enero sofocándote,
sacándote suspiros
de tu boca
que llegaban a mis oídos,
pero no estabas tan solo,
estabas conmigo,
en una esquina
llorando y riéndonos
de lo esquiva
que puede ser la vida…
Tan fuerte y endeble
como una margarita
que espera resurgir en la brisa
y delirar aunque sea con una llovizna,
se equivocaron las tardes,
las mañanas, los minutos,
pero estabas ahí rearmando la esperanza
que es lo único vence
a la más honda de las tristezas,
estabas en mis brazos,
llorando,
te dibujabas destruido
pero, tu dolor era hermoso
igual que las flores perdidas del camino.

No estabas solo amigo…
estabas conmigo.

sábado, 12 de noviembre de 2011

Pasando el río

Vamos,
que la luna ruede por Callao,
que destelle sobre
las olas,
después del amor
el río seguirá pasando,

quiero volverme el lobo
que te domestica
a la hora justa,
cuando se abren tus brazos,
cuando reunimos
viejos anhelos hechos pedazos,
la vez que nos aventuramos
a darnos tiempo…
En el instante que aprendamos a esperarnos…,
a morir de angustia por la voz que no llega,
por el mensaje que se queda varado
en alguna antena
colgada en algún edificio.
No importa
si tus ojos no ven
la luna asomando
por el este,
gigante, redonda,
gobernando el cielo que fue celeste
y ahora es terciopelo
por donde ruedan tus dedos
y los míos, pretendiendo inventar
las muchas formas de amar,
alejando el miedo
por olvidar.

Juguemos a que somos hebras
de luces que se reflejan,
que se ondulan,
serpentean,
que coquetean
con hacer nacer
al adolescente
que la madurez sepultó
y verlo aflorar
por el este,
sobre el río,
en el momento que todo empieza
bajo la bendición del día recién nacido…,
tan fácil como soltar el aire
en un suspiro,

después del amor,
continuará pasando el río…,
ha sido así
desde que el tiempo nació,
por eso te pido
que te quedes conmigo
que todavía no ha amanecido.

jueves, 3 de noviembre de 2011

Borra de café

El pocillo está sobre la mesa,
la borra del café
lista para leer,
presagio con disfraz
de buenas venturas
que se quieren oír.


La boca de la pitonisa se abre,
su aliento sabe
a cigarrillos de contrabando,
a mentiras muy bien dichas
que terminan por ser creídas,
a una letanía
que se hace sinfonía
en el callejón sin salida,
solo quiere mis billetes sucios,
yo busco un personaje para un cuento,
su mirada se clava
en la suciedad amarga
del café ,
en la dulzura de azúcar,
no le creo
los éxitos que me inventa su voz
enredada
entre sus dientes escasos,
ni que todo estará bien algún día,
que el camino me prepara un agasajo,
que la existencia sonreirá mañana
tan temprano,
cuando el alba se despierte
de su sueño malsano.

Solo la miro,
devoro sus gestos como un parásito,
como un asesino
que disfruta con la muerte,
que la sueña,
que la provoca,
en el fondo soy
como esos seres desalmados,
olvidé la piedad
ahogada en la borra
del café,
perdí la ilusión de pensar
venturas lindas para el futuro,
estoy allí viéndola,
consolándome de ser menos desgraciado,
todavía no necesito inventar mentiras
para comprarme un bocado
que me sacie el hambre,
todavía conservo un refugio
que me da cobijo,
que me ampara,
pero eso no lo lee
en el asiento del café,
es solo una sensación
que se adormece en el aire
mientras el pocillo sigue
sobre la mesa,
yo sentado en una silla
y, ella con sus labios
llenos de inventivas…
que suelta con una sonrisa
levemente torcida…