lunes, 1 de marzo de 2010

La vendedora de jazmines

Está siempre,
como una religión,
todos los domingos,
sentada en un escalón,
con su pelo rubio
como un velo extraño,
casi una brisa de trigo,
sus ojos ven el piso;
los pies llevando el paso,
resonado sobre la vereda.
Un día de descanso,
una mañana de trabajo.
Un balde con agua
y un ejército de jazmines
prolijamente hechos ramos.

Sobre la misma hora,
él baja siempre
por las noticias e intereses
impresos en el diario
con una sonrisa de dientes blancos,
libre de su mundo pactado,
de su mujer que duerme,
alejada de la realidad
en nubes de sueños
que se desparraman en la almohada;
pero siempre está la vendedora de jazmines
con su balde de perfumes
y su alegría que se le desarma
cuando él se le acerca,
le pide un ramo,
e inocente piensa que es para su amada,
sin saber que es ella la razón
para que el hombre se levante temprano
para verla como una flor hermosa,
sentada ganándose unos pocos billetes
que le hagan menos pobre la semana
o sólo le alcance para sobrevivir
esa dominical jornada.

3 comentarios:

  1. que buena que está esta poesía, es un don muy especial este de ver cosas hermosas donde por lo general no le damos importancia, me gusta los temas que tocas, hasta los poemas que parecen ser muy personales y los que están dirigidos a un grupo de determinado, me fascinó virgen creo que describís muy bien la valentía que debe tener una persona joven para ser diferente, exito, ojalá podamos leer parte de tu trabajo en papel, felicitaciones. Carlos de Bs As

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  2. Me encanto muchisimo! pense que seria mas largo! exito!

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  3. HERMOSO POEMA, ES TÚ SENTIR DE HOMBRE ENAMORADO, DE SENTIMIENTOS.ELENA OMAÑA PÁRRAGA

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