viernes, 7 de mayo de 2010

Mercancía

Recién nacida la noche,
una cosecha de luces la custodia,
es una figura recortada;
labios de ensueños,
apretados,
casi unos pétalos de rosas abiertos,
besados por el rocío
que baja inocente desde el cielo…

Espera como siempre,
con la paciencia
de una araña que despliega
su tela
en tules de seducción extrema.
La ciudad parece crepitar
mientras se abren las horas de los sueños,
cuando ya no queda nada más
que hacer,
sólo verla, seguir con la mirada
el deleite que esculpen sus piernas,
una planicie de piel suave,
una invitación a ser brisa
y perderse en los rincones de su cuerpo.

Está en todos los atardeceres,
con sus palabras leves que ocultan
la debilidad que guarda
adentro de su reino
que jamás tendrá soberano,
está allí, en la misma esquina,
ofreciéndose como en todos los ocasos,
siendo una sola mercancía,
una sonrisa de la vida
enredada en una poesía.

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