lunes, 23 de noviembre de 2009

Vals

En un patio surrealista,
bajo los azahares de octubre
con el dolor a huesos
que nacen con los años
con dos perros que marchan
y dos gatas que tejen ilusión en el techo,
pasean en la sombra
los ojos de mi padre
y marchan al silencio
los oídos de mi madre;
me bendicen el alma bailando un vals,
girando sobre las derrotas de la vida
y los días que perdieron
tiempo y lugar en el calendario,
recordando aquella juventud rubia de arenas
y con llanto de río,
ese momento de los setenta cuando dejaron todo
y decidieron salvarme.
Mil veces vencidos,
mil y una salieron adelante
como el fuelle de una gaita
que no se detiene al hacerse sonido,
igual que un escritor rebelde que lleva
su trazo terco sobre el papel,
y aquella enseñanza,
el viejo anhelo perseguido,
acariciado tantas veces con los dedos,
la justicia envuelta en los violines de los grillos,
en la mesa donde se comparte el pan,
en el abrigo del trabajo incansable
para que el día de mañana sea mejor
del que fue arrebatado por el pasado.
Saben amigos,
no bastarán todas las eternidades del alma
para agradecer este momento,
verlos a los dos girando en el patio amparados
por la música suave,
a la vista de las criaturas nocturnas
que sacuden sus modorras diurnas
y se llenan los sentidos con el vaivén de mis padres
en un vals interminable.

1 comentario:

  1. hermosisimo. no tengo palabras para describir lo que siento. unos padres que te salvaron, que te acogieron y te dieron amor.
    sabes simon?... siento envidia sana porque yo no tuve ese amor de padres que tu tienes. eres un ser muy afortunado.
    desde aqui todo mi cariño, me encanta lo que escribes. muchos besos dulce amigo.

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