viernes, 11 de diciembre de 2009

Jueves

Hay restos de la última manifestación,
otra de tantas.
¿A quién le importa?
Está ella y su cara pequeña,
sobre una de las veredas de Callao,
mira desconocidos
con ojos de edad inocente.
Por momento parece un gato,
listo para lanzarse sobre un ave
que se ofrece en holocausto.
Ella sabe de entregas y pecados,
del Dios bueno e infinitamente cruel,
que la mira, ahora,
llegando a una esquina
esperando ver que la tentación se acerque,
movida
por sus piernas tan bellas vestidas como desnudas,
con esa boca que se abre
en una sonrisa al descubrirla,
ella es la excusa de los jueves,
el invento del partido de fútbol con amigos
o la tertulia con cervezas
y el devaneo de las frases de siempre,
desde entonces ella se llama como ese día,
y él como la hora vespertina
cuando se funden en una cita,
de dos horas que no bastan,
pero saben también en esas almas,
que después ven bajar la noche
desde una ciudad
sin tiempo para el descanso.
Y ella de regreso sentada,
con la cara apoyada sobre el cristal,
ve en el paisaje las llamas
del fuego eterno
emergiendo como una promesa,
un temor hermoso esperándola,
cuando sus días se acaben
y sólo recuerde la primera vez que dejó de ser
la tierna beata que volvía temprano
de su jornada de estudios;
y él, el padre novel
regresando de su juego con amigos,
para besar a su mujer que amanta un bebé
que lo mira como sabiendo de dónde viene.

2 comentarios:

  1. Excelente por donde se lo mire, a pesar de contar algo censurable, tenés una facilidad enorme para hacer lindo cualquier cosa que pase por tus letras, recomendable este blog, abrazos. Agustín

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  2. me fescinó, muy bueno este poema...tiene algo muy especial te felicito!!!

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