sábado, 22 de agosto de 2009

cobardía

Tenía el pelo mojado,
El cepillo en la mano,
El resto del maquillaje en un paño,
Y dos ojos castaños que brillaban
Como Venus en las noches de verano.
Tenía los hombros desnudos,
Sus gestos estaban congelados;
Amenazados como la mujer de Lot
Al mirar hacia atrás,
Dentro de sus pupilas apretaba la silueta de un hombre;
Detenido en medio de la multitud,
En otros momentos marchándose, perdiéndose en la multitud
Como el humo de de un viejo tren al rodar;
La prontitud,
Tal vez el destino,
El viejo conjuro de los amores que no son
Dibujó la escena del adiós
Y el cielo tronó y todos los diluvios cayeron.
Tenía la camisa desprendida
Los vellos de su pecho escapaban erizados,
Estaba frente a una ventana,
Afuera la gente con disfraz de lluvia
Siguía caminando como si nada
Y detrás de las gotas recuerda a una mujer
Como una odalisca ideada por Sherezade,
Él habló primero,
Ella escuchó silente,
Él no puede –es tan cobarde- dejar el pasado atrás,
Esa esposa que charla de los programas de la tevé
Y esa hija que no le salen las cuentas.
La oyente –tan igual que él- carece de valentía,
No puede abandonar los viajes a Paris;
Ni las ropas de modistas célebres,
No puede dejar de pensar en ese hombre que le hablaba
Cuando su marido le hace el amor entre las sábanas.
En el vidrio de la ventana
Los ojos masculinos son como la hierba de septiembre
Que guardan un mar de lágrimas,
Sólo se oye el tañido de la lluvia
Y la voz de una niña a la que no le salen las cuentas.
Tenía el pelo mojado,
El cepillo sobre la mesa
Y el recuerdo de cuando descansaba sobre su pecho
El perverso deseo de haber intentado ser valiente,
Y que toda la pasión pudiera, al menos,
Ser tan fuerte fuera del lecho…

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