sábado, 15 de octubre de 2011

Malquisto, poeta maldito

No importa
que la primavera coloree
las flores,
ni que sus pétalos
se abran como labios
que dicen te quiero
y, sueñen besos
mientras las gotas de rocío
se hacen tan grandes
que llenan ríos,
todo se vuelve eterno
en el mar, perdido,
salado igual que lágrimas…


Es sacrilegio
penar en primavera,
cuando la vida estalla
la resurrección
de todo lo que estuvo muerto,
es insultar a la esperanza…,
que se me ha quedado
rezagada
por el camino,
perdida en hilos
del que pende esta marioneta
en el guiñol del destino…


Qué me perdonen las musas
que bailan entre margaritas,
los deseos de los enamorados,
todos esos cachorros que se abrieron
paso
a la mansedumbre de la existencia,
que me absuelvan las estacas de rosas
que retoñan y no veré crecer,
que me excuse
este primaveral hemisferio,
soy un insulto de poeta
malquisto,
huelen mis labios
a ginebra
y a tabaco,
he hecho de la tristeza
una damisela hermosa
que desnuda duerme
en mi cama,
me acaricia
los ojos en las mañanas,
se queda, erótica y quieta,
mientras mi mirada
pare
gotas que llenan algún río
que naufragan en otro océano,
salobre y frío,
mientras la marioneta
sigue, díscola, enredada
en las telarañas del sendero,
que murmura que nadie debiera
sufrir en primavera
cuando es tiempo
de despabilar la espera,
cuando es momento
de vencer la muerte
con un guiño cómplice
de la suerte,
tímida doncella
que siempre se esconde,
pero, a veces…, emerge
igual que un suspiro
que combate al olvido,
otra ironía que también
se hace rocío…,
que termina en otro mar
más azul que, embravecido,
susurra que estar triste en primavera
es ir en contra de los sentidos…,
esa costumbre
que me vuelve
tan sacrílego,
como difunto que se niega
a ser resurrecto…
para ver la luz en ese día
anhelado por ser el más perfecto…,
igual que la sombra de un poeta maldito
que escribe, solitario,
porque está herido,
pero se las arregla
para seguir sobreviviendo,
haciendo lo que sabe,
simplemente escribiendo…

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