domingo, 17 de enero de 2010

Ruinas

Me dueles,
y no dejas de ser un espejo,
una ironía,
una marca en todas las tragedias.
Te traen los huracanes,
las revueltas,
los pocos señores que pisan tu suelo,
los que comen manjares importados,
mientras, los miles, van por arroz hervido.
No eres un país,
ni un pedazo de isla,
donde comenzó la saga
de los nuevos poderosos
y de los explotados de siempre,
eres el compendio de la humanidad toda,
con todos su fracasos apilados
en una exposición de arte
más real que obscena,
el desprecio de los abandonados a suerte,
los que se muestran en tevé
y se finge piedad por el dolor recurrente,
porque se es más feliz pensando
que inservible producto comprar mañana,
o que hueca obra de arte comercial
nos hará creer que estamos más cerca de Olimpo
que del infierno.
Es igual siempre,
el cambio se espera pero nunca llega,
la esperanza flota en una brisa,
pero se esfuma sola,
y está el dolor, con vida,
esperando
desde Puerto Príncipe en ruinas.

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